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La misteriosa desaparición de 'nuestro' cruceiro de Anchorage

El monumento, homenaje de EL CORREO al fallecido profesor Félix Rodríguez de la Fuente, que en un principio se pensó había sido sepultado por las obras de una carretera, está a buen recaudo en el museo de la ciudad estadounidense // Ya ha sido restaurado y la próxima primavera se instalará de nuevo cerca del centro urbano // La curiosidad de una escritora valenciana hizo saltar las alarmas

"Qué lugar más hermoso para morir". Como una premonición, estas fueron las últimas palabras del profesor y naturalista burgalés de Poza de la Sal, Félix Rodríguez de la Fuente, antes de subirse a la pequeña avioneta Cessna, pilotada por el estadounidense Warren Dodson, que a las once y media de la noche, hora española, del 14 de marzo de 1980, se precipitó en una zona remota del estado de Alaska, a unos 30 kilómetros del Mar de Bering, después de perder uno de sus dos hidropatines dejando al aparato sin estabilidad.

Junto al doctor, creador del programa El hombre y la tierra, que introdujo en los hogares de varias generaciones de españoles la fauna y flora del planeta, también viajaban los cámaras de TVE Teodoro Roa y Alberto M. Huescar. El objetivo de aquel malogrado viaje era grabar un documental sobre la carrera de trineos, tirados por perros, más importante del mundo, la Idiatorod Trail Sled Dog Race.

Casualidades del destino, Félix Rodríguez de la Fuente tenía pánico a volar, y poco antes de despegar, la avioneta que habitualmente empleaba el equipo, pilotada por el también estadounidense Tony Oney, sufrió una pequeña pérdida de aceite, y el naturalista tomó la decisión de cambiar de aparato, aunque ambos despegaron juntos desde la localidad de Unalakleet.

La catástrofe se produjo en una zona remota, Shaktoolik, junto a una población de esquimales, el mismo día en el que el profesor celebraba su 52 cumpleaños. Aunque la noticia se conocía en España horas después, al día siguiente todo el país se despertó conmocionado. Los homenajes y reconocimientos se comenzaron a suceder por todo el territorio, y también en Alaska, donde el principal diario del estado titulaba: "Adiós a nuestro Jack London español", que perdía la vida muy cerca de Klondike, uno de los lugares preferidos por Rodríguez de la Fuente precisamente porque su contemplación le permitía regresar a aquellas aventuras que el escritor estadounidense relataba en sus novelas, como Colmillo blanco, después de inspirarse en aquella gélida y remota Alaska.

Uno de estos homenajes, que consistió en donar un cruceiro en memoria del profesor, los cámaras y el piloto de la aeronave, surgió por iniciativa del entonces editor de EL CORREO GALLEGO, Feliciano Barrera, cuyo altruismo y compromiso fueron siempre de la mano junto a su exitosa trayectoria como empresario, y que conocedor de la importancia de la pérdida del padre de El hombre y la tierra, quiso homenajear su labor con este regalo de granito, de ocho metros de alto, y que al mismo tiempo representaba el reconocimiento de todos los gallegos.

Un cruceiro que antes de ser enviado a la ciudad más poblada de Alaska, Anchorage, estuvo expuesto casi un mes en la compostelana plaza de A Quintana, donde muchos santiagueses, gallegos y peregrinos depositaron sus flores en memoria de uno de los personajes más emblemáticos de la reciente historia de España.

Desmontado allí mismo, junto a la Puerta Santa, el cruceiro llegó a Alaska y fue situado en la ciudad de Anchorage, convirtiéndose para muchos turistas españoles en un lugar de visita obligado.

Treinta y cuatro años después, la curiosidad de una escritora valenciana, según relata el cónsul honorario de España en Alaska, Roberto González, preguntó a éste dónde estaba aquel monumento, ya que no quería irse del país sin visitarlo antes. Y la sorpresa fue mayúscula cuando ambos llegaron al lugar donde estaba emplazado el cruceiro. Una moderna carretera atravesaba la zona, y del cruceiro, ni rastro. Todo indicaba que había sido sepultado durante las obras de la nueva autopista.

González movió cielo y tierra para aclarar la extraña desparición. En un primer momento, y según señalaban todos los indicios, el cruceiro había sido tirado junto a los escombros resultantes de los trabajos de la carretera, y González, que mostró su malestar, anunció que se reuniría con el gobernador local para exigir que se volviera a situar en su emplazamiento original, y en el caso de haber sido destruido, exigir que se construyera uno nuevo.

"Hablé con el gobernador y me explicó que un equipo de la obra había dañado el cruceiro, no eran daños graves, pero me aclaró que ya había sido restaurado", relata el cónsul español que poco después fue informado de que el monumento "descansaba a buen recaudo en el museo de historia de Anchorage, bajo el cuidado de la jefa de conservación del centro", precisa González tras desvelar el misterio y confirmar que "en primavera, una vez desaparezca el hielo del subsuelo, el gobernador me prometió, sin indicar la fecha exacta, que se volverá a emplazar, pero en una zona más próxima al centro de Anchorage", aclara González.

CRONOLOGÍA

Marzo 1980 Feliciano Barrera dona un cruceiro en homenaje a los fallecidos y que se expone en A Quintana

Abril 1980 El monumento es instalado en Anchorage, Alaska.

Agosto 2014 El cruceiro desaparece, una moderna carretera parece haberlo sepultado.

Septiembre 2014 El cónsul español localiza su paradero.

11 sep 2014 / 21:34
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