El vaciado del Sil saca a la luz los restos de un puente del XVI
El descenso del nivel del río ha sacado a la luz los restos de una singular construcción que describe en 1550 el licenciado Molina // Era "cosa digna de admirar", decía
El vaciado del embalse de San Esteban por Iberdrola, para ejecutar las obras de ampliación en esta central eléctrica del río Sil, ha sacado a la luz los restos de un legendario puente, al que hace referencia el licenciado Molina, en 1550, como el puente de Paradela, en su obra Descripción del reino de Galicia.
El descenso de nivel de agua en 31 metros en el cauce del Sil no solo ha hecho emerger en la Ribeira Sacra centenarios viñedos en bancales cubiertos por las aguas o los restos del coche de línea que cubría el trayecto Monforte-Castro Caldelas y que, en un trágico accidente, se precipitó al río en enero de 1965.
La retirada del agua, en las inmedaciones del embarcadero de Doade, en Sober, permite ver los restos de dos recios pilares de piedra granítica y esquisto, que allá por los oscuros tiempos medievales sustentaron un singular puente de madera, uno de los contados pasos que permitía cruzar el Sil y que describe Molina como "cosa digna de admirar".
El licenciado al referirse al legendario puente de Paradela afirma "la cual por sí sola pudiera poner como cosa notable y, para ser de madera, no puede haber en España igual edificio". El humanista Molina que retrató en su obra a la Galicia de mediados del siglo XVI, describe el puente de esta manera: "Está allí el río hundido entre dos sierras muy altas y pasa por medio de dos peñas, y encima de cada una está hecha una torre, y de torre a torre va en el aire un edificio de madera que tiene ciento y vente pies en largo, y para pasar a cada una de estas torres va otra puente de madera con su chapitel en cada una".
Aunque las ruinas de esta asombrosa construcción no han sido estudiadas, algunos historiadores atribuyen su paternidad a los monjes benedictinos del monasterio de San Esteban de Sil. Un puente que rentaba buenas alcabalas por derecho de paso y facilitaba el cobro de los diezmos que los monjes percibían de sus propiedades en las vecina tierras del condado Lemos.
Su destrucción se debió a una fuerte crecida del Sil que se llevó la "admirable" construcción. De hecho, en tiempos de Felipe IV los monjes pidieron permiso y ayuda al monarca para construir un nuevo puente de piedra, lo que no lograron debido a la oposición del conde de Lemos.
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