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Celtas más bien cortos

    LOS ORGANIZADORES de este congreso céltico, celebrado en Narón y no en Vigo como sería menester, cometieron un imperdonable error. Hasta que ellos decidieron llamar al profesor Carracedo para avalar sus tesis, todo iba bien, y los gallegos, incluso los del Dépor, podíamos imaginarnos como descendientes de un antepasado celta. Nada se oponía al cultivo de un bello mito.

    Pero esta gente se empeñó en ir más allá. No conformes con el aval de la mitología y el refuerzo de la literatura romántica, quisieron darle ínfulas científicas al celtismo. Llamaron a uno de los primeros genetistas del mundo, e incluso pusieron en su boca afirmaciones favorables a un gen celta que formaría parte de nuestra identidad. Y la fastidiaron.

    Carracedo los desautorizó, procurando no ser demasiado cruel con los forofos. Al parecer, el parentesco genético de los pueblos celtas tiene tan poca base como otras teorías que quisieron o quieren proporcionar una base racial a teorías políticas o culturales. Lo de los arios y los galos iba también por ahí, así como el empeño del franquismo de ligar a todo trance con el pasado visigodo.

    Incluso don Ángel proporciona un dato que habrá sido desmoralizador para los que se creían celtas sin mezcla. Resulta que los gallegos tenemos más genes africanos que los granadinos. A ver si va a estar ahí la explicación de que el flamenco y la copla hayan tenido tan buena acogida en nuestro medio rural, donde Manolo Escobar siempre derrotó a Voces Ceibes en popularidad.

    En fin, que si difícil es hacer un catálogo de los factores que forman la identidad de un pueblo, la misión se convierte en imposible si nos internamos por esos vericuetos de la genética que tan bien domina el director del Instituto de Medicina Legal da la USC. En ese terreno se impone la mezcla, lo híbrido, lo mestizo y no tiene sentido hablar de purezas de sangre. Pero ni siquiera hubiera sido necesario que llegase Carracedo a corregir los excesos de los entusiastas del celtismo, porque bastantes años atrás, el propio Álvaro Cunqueiro señalaba que los celtas empiezan a abundar en Galicia cuando se funda el Celta de Vigo. Él, amigo de Merlines y Ulises, sabía que no conviene perturbar lo legendario con dictámenes científicos que suelen ser decepcionantes para el soñador.

    Por eso decimos que los organizadores del congreso cometieron un error censurable al intentar llevar el celtismo al terreno de la genética. Hay música celta, artesanía celta, moda celta y porco celta. Y sobre todo unos mitos maravillosos que nos permiten imaginar un parentesco con tribus indomables que nos hicieron diferentes. ¿Por qué no dejarlo ahí? Pues no. Se empeñan en ir al ADN, y quien sabe de estas cosas los saca de su error. Lo gallego es una maravillosa mezcolanza que nos hace como somos, y donde no faltan genes moros. Algunos tendrán que cambiar la espiral por la media luna.

    21 abr 2011 / 00:58
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