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{A BORDO}

Feijóo primeiro

    SI fuesen sinceros consigo mismos, Feijóo y Beiras tendrían que estarse enviando mensajes de gratitud. El popular le debe mucho al revolucionario, y el líder de Alternativa se ha hecho un sitio en el nuevo escenario gracias al que seguirá siendo presidente de la Xunta. Sí, porque los temores que don Alberto esparció sobre la llegada de un nuevo Bipartito se multiplicaron cuando las encuestas revelaron que los socios de la joint venture xunteira no serían dos, sino tres y que entre ellos estaría alguien que se abre paso en la opinión pública con la procacidad.

    A partir de determinado momento, la cosa ya no fue "que viene el Bipartito", sino "que viene Beiras". Nunca se sabrán los datos exactos, pero la imagen de Beiras sentado en el Consello de la Xunta, o usando su pulgar para aceptar o vetar decisiones del presidente Pachi y el vice Jorquera, habrán empujado a muchos desencantados del PP hacia las urnas. La campaña sosegada que plantearon socialistas y nacionalistas se frustra con esa inesperada irrupción.

    Así que Beiras le vino bien a Feijóo. Y Feijóo fue el reclamo con el que Beiras entró a saco en el caudal electoral de PSdeG y BNG. Captó el voto de la rabia, de la indignación, de la rebeldía contra todo. No necesitó precisar programas, alternativas, ofertas. Tampoco aclarar las bases de una coalición confusa entre unos nacionalistas y otros estatalistas. Se trataba de gritar, y eso el líder regresado de las tinieblas lo hace como nadie.

    En definitiva, Feijóo se convierte en el portavoz de una mayoría muy mayoritaria que comprende y respalda sus políticas contra la crisis, y Beiras en la cabeza visible de una rabia minoritaria, pero que ha conseguido entrar en una base social que hasta el momento compartían en buena compañía los de la rosa y los de la estrella. El centro-derecha se agrupa, como manda la Internacional, y la izquierda gallega se disgrega para convertirse en una jaula de grillos.

    Cuando cesen las celebraciones, la crisis seguirá siendo la auténtica oposición de don Alberto. Eso es lo malo. Lo bueno es que durante cuatro años tendrá enfrente a tres grupos que lucharán de forma atroz por hacerse con el liderazgo de las protestas, además de intentar solventar sus problemas internos. Unos grupos en los que seguramente no estarán ni Pachi Vázquez ni Francisco Jorquera, al menos si son consecuentes con la doctrina que aplicaron con Touiriño y Quintana. Una victoria con todas las de la ley que vuelve a demostrar que la calle, foros de debate, manifiestos y urnas, son cosas muy diferentes.

    22 oct 2012 / 00:57
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