Literatura y existencia
EL profesor entra en el aula, se queda de pie junto a su mesa, de frente a sus alumnos, apoyando sus asentaderas en el borde como pudiera hacerlo un canónigo en la misericordia de su asiento en el coro y se mantiene en silencio a lo largo de un largo espacio de tiempo, tan largo, que despierta la expectación de quienes esperaban ser sus oyentes de inmediato. Después dice: Mañana me jubilo, y se vuelve a quedar ensimismado. Se repone al cabo de un largo e interminable medio minuto y añade: Pregunten lo que quieran, y lo hace de modo que ahora el expectante es él. Les ha pasado el dominio del silencio, ellos son ahora sus dueños y la pausa también es larga; al fin, una alumna se pone en pie y pregunta: ¿Qué se siente al llegar a la jubilación? El profesor se calla, lo piensa demoradamente y al fin responde: No sé cómo he llegado hasta aquí. Y sin más echa a andar, abandonando el aula, con todas las miradas posadas en su espalda.
Llega a casa y el profesor se pone a escribir; a veces, unos diálogos con sus alumnos; en ocasiones, consigo mismo y, en otras oportunidades, con sus recuerdos, de modo que lo que resulta es un extenso tomo, pero no una larga disertación, sino un profunda, amorosa y amena reflexión sobre Literatura y existencia. Ensayo metodológico de Literatura contemporánea Comparada. Su autor y catedrático jubilado de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Universidad CEU San Pablo, después de treinta y cuatro años de ejercicio docente es Luis Blanco Vila.
Hay que amar mucho la Literatura, haber leído mucho, sentir mucha admiración por obras y por autores, observando a unos, acechando a otros, destripando a todos, dicho sea en el mejor sentido del término, desentrañándolos, para poder mostrárnoslos en su más exacta condición humana, para ser capaz de este largo recorrido que, a la postre, acaba por parecernos espiritual.
No se trata, pues, de un alarde de erudición, ni de un manual al uso, sino de establecer el nexo existente entre literatura y existencia, que nos anuncia el título para hacer cierta la concepción aristotélica de que aquella ha de servir para que el ser humano se reconozca en ella; que es lo que sucede en esta ocasión sólo que, además, los lectores podemos reconocer en su más humana condición a una pléyade de escritores de todos los países y sistemas de ideas contemplables, desde ángulos que permanecían inéditos. Y eso sin la farragosidad plúmbea y erudita habituales; lo que es muy de agradecer. Léanlo. Entenderán lo que aquí se dice del libro y de su autor y por qué este no supo cómo había llegado hasta ese momento final con sus alumnos: se había pasado la vida leyendo, escribiendo y dedicado a sus alumnos. Sólo así puede resultar tan breve.
Escritor, Premio Nadal
y Nacional de Literatura