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crónica personal

En el filo de la navaja

    Al ministro Moratinos le gusta el alto riesgo, últimamente se mueve en el filo de la navaja con la convicción de que hace lo que debe, aunque no siempre encuentra comprensión entre un porcentaje amplio de la opinión pública e incluso entre compañeros de partido. Pero sigue adelante sin moverse un ápice de la línea marcada.

    Primero viajó a Guinea Ecuatorial, donde se echó de menos unas palabras contundentes hacia la dictadura de Obiang; después le tocó el turno a Gibraltar, cuestionada visita que daba un giro copernicano a la política seguida durante trescientos años sin que aparentemente ese cambio de rumbo traiga noticias positivas para España. Y ahora, en plena vorágine chavista, se traslada a Venezuela y después a Brasil.

    Cualquiera con dos dedos de frente entiende que el ministro de Asuntos Exteriores viaja a Caracas para fortalecer la presencia española en Venezuela, la prueba es que acompañan a Moratinos una veintena de empresarios. Lo que ocurre es que, siendo necesario que el Gobierno coopere para dar garantías a las empresas, en este caso nada asegura que Hugo Chávez va a aceptar la presencia española; y, si la acepta, aún menos garantiza que en un momento dado no intente expropiar esas empresas o comprarlas por dos duros, como ha hecho en ocasiones anteriores.

    Chávez, que gana elecciones pero que se toma las leyes a título de inventario, ha convertido a Venezuela en un país en el que no existen garantías jurídicas de ningún tipo para las empresas extranjeras, que han visto como los contratos se convertían en papel mojado porque lo único que vale es la palabra del presidente. Un hombre venal y arbitrario que pretende convertirse en el adalid de Latinoamérica a golpe de populismo, apoyo económico y político a los dirigentes más rompedores y discursos basados en aquello tan antiguo de considerar a Estados Unidos como el "imperialismo" que hay que abatir, sin que la Unión Europea quede muy atrás en sus encendidas diatribas. Tampoco España escapa a las críticas de Chávez, que ha protagonizado incidentes muy subidos de tono; pero es evidente que con ese tipo de personajes es mejor mantener un diálogo fluido que jugar a la contra. Ahora, dentro de un orden.

    Y es ahí donde Moratinos tendrá que desplegar sus mejores dotes para no dejarse embaucar por un presidente que lleva a Venezuela a la etapa más negra de su historia reciente y que además empuja a otros países a las mismas etapas negras. Con influencia en la crisis de Honduras y en el día a día de países muy cercanos a España porque los españoles que allí residen se cuentan por centenares de miles. Y en los que empresas españolas han hecho importantes inversiones que en muchos casos peligran precisamente porque Chávez se preocupa y ocupa de que esas empresas sepan quién tiene la sartén por el mango. Tanto Chávez como Lula -tan diferentes- son los dos políticos más influyentes de Centro y Sudamérica. Pero en el primer caso, encontrarse con el presidente en su terreno es una operación de alto riesgo. Diplomático, político y económico.

    27 jul 2009 / 21:33
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