Furtivismo: entre el grano y la paja

CONTROL La historia de la costa y de las rías gallegas no se puede escribir sin la presencia de los furtivos. Desde siempre formaron parte del paisaje. Al principio fue por una pura necesidad para subsistir, luego como alternativa para ganar dinero y ahora, con el espectacular incremento del desempleo y la galopante crisis económica, como salida a una grave situación. Furtivos, como las meigas, "haberlos, haylos" y contra ellos lucha la Consellería de Pesca.

Hay varios tipos de sujetos fuera de la ley. Están los jubilados que complementan su exigua paga con unos ingresos opacos provinientes de la venta de marisco; los desempleados que se ven obligados a volver al mar y carecen de documentación; aquellos que se aprovechan de ciertas habilidades (como la pesca submarina) para hacerse con una extra y los furtivos profesionales, quienes tienen una completa red de distribución en particulares y restaurantes y logran grandes beneficios.

Los datos indican que se está produciendo un repunte en esta actividad ilegal y que las medidas de control y vigilancia son más eficaces, al menos aumentan las incautaciones. Pero no es suficiente. Pesca quiere que esta actividad se endurezca en el Código Penal. En teoría, esta forma de actuar es irreprochable y merece todos los aplausos, pero hay circunstancias especiales. No se debe meter a todos en el mismo saco. Las gentes del mar ya saben separar el grano de la paja. También cuando se habla de furtivismo.