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EDITORIAL

Lecciones de una buena campaña antiincendios

    LO QUE SE VE en la superficie del bosque de datos que ayer hizo públicos el conselleiro de Medio Rural, induce a felicitar a Samuel Juárez por la mejor campaña antiincendios en lo que va de siglo. A pesar de los evidentes recortes en prevención, el plan diseñado por la Xunta ha hecho posible que los nueve primeros meses del año se cierren con menos de la mitad de hectáreas quemadas que la media anual de la última década; en concreto, 12.702 frente a 26.700. A este éxito hay que añadir que ninguno de los 4.365 fuegos contabilizados por Medio Rural ha superado la frontera psicológica de las quinientas hectáreas. Esto es lo claramente positivo de la comparecencia parlamentaria de don Samuel, quien ha alertado sobre una característica invariable de la lacra incendiaria: el elevado procentaje -dos tercios, por lo menos- de focos intencionados, nocturnos y con condiciones atmosféricas favorables por la sequía. Esta señal de identidad de los fuegos que consumen el monte gallego es, precisamente, la que impide cantar victoria. Aplaudimos al conselleiro por el excelente balance de este verano, pero somos conscientes, como lo es él, de que la meteorología ha estado de nuestra parte, por una vez y sin que sirva de precedente. Creemos que la oposición exagera cuando dice que lo que funcionó fue el mal tiempo y lo que falla es la prevención. Es el de socialistas y nacionalistas un contrabalance cicatero y con tufo partidista -como cicateros y partidistas fueron los del PPdeG todos y cada uno de los escasos cuatro años que deambuló por el desierto de la oposición-, pero contiene un par de verdades de las que conviene extraer lecciones para aplicar en el futuro inmediato. La primera, que la colaboración de las caprichosas fuerzas de la naturaleza es decisiva a la hora de sortear con bien grandes catástrofes. La segunda, que la prevención siempre es mejorable. El propio Juárez se quejó ayer, con razón, del insatisfactorio cumplimiento de la Ley de Prevención de Incendios Forestales en lo que atañe al mantenimiento de franjas de seguridad en torno a las parcelas, cuya responsabilidad recae sobre los respectivos propietarios. Para ser justos, cabe extender la crítica del conselleiro a las responsabilidades directas de su departamento, en el sentido de que proteger la masa forestal requiere esfuerzos continuados durante todo el año, trabajo en el monte también en invierno y control exhaustivo de la biomasa, para que no se transforme en un polvorín cuando llega el verano. Medio Rural usó la tijera y esta vez no ha pasado nada. Merece la enhorabuena don Samuel, sí señor, pero haría bien en no jugar con fuego y en no fiar la suerte de nuestros montes al dios de la lluvia. La apuesta más sensata, y la más segura, tiene un nombre: prevención.

    27 sep 2011 / 22:56
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