Preocupante colapso judicial

EXISTEN REALIDADES tremendas que conocemos bien y sufrimos, pero de las que preferimos olvidarnos y las ocultamos bajo el tupido –y estúpido– velo de la indiferencia, cuando no de la desidia. Una de esas realidades escandalosas es la del colapso de nuestros juzgados. El Consejo General del Poder Judicial acaba de traducir el preocupante problema a datos y porcentajes rotundos: uno de cada tres juzgados gallegos, redondeando a la baja, soporta más trabajo del que puede asumir, lo que significa que 88 de los 255 que en la actualidad funcionan en las cuatro provincias están peligrosamente sobrecargados; más de la mitad de los que soportan este indeseable colapso son de Primera Instancia e Instrucción –el pulmón del sistema–, con 44 de los 47 por encima del índice del 150% de carga de trabajo. El retrato en negro lo completan los juzgados de Familia (6 de 7), de lo Social (16 de 26) y mercantiles (3 de 5). Que Galicia esté casi diez puntos por debajo de la media estatal en saturación de órganos judiciales –34,51% frente a 43,53%– no supone consuelo, ni debería disculpar la demora en la búsqueda de soluciones. Un Poder Judicial ineficaz es un agujero negro en el sistema democrático, un elemento desestabilizador. No es de recibo que ocho juzgados –los de Primera Instancia número 2 de Lugo, número 5 de Ourense, número 3 de Vigo, números 5 y 8 de A Coruña y número 3 de Ferrol; el de Familia de Santiago y el Mercantil número 1 de A Coruña– estén por encima del 200% de carga de trabajo. Tampoco es de recibo que al cierre de 2014 hubiese en los juzgados de la comunidad algo más de 150.000 casos abiertos, pendientes de resolución. Es cierto que desde 2012 se ha conseguido ir reduciendo el volumen de las sentencias pendientes, pero no es menos cierto que la mejoría es claramente insuficiente. Es necesario un esfuerzo más decidido, porque el del colapso judicial no es un problema menor. Uno de los que lleva años clamando en el desierto, con sus advertencias, es el decano del Colegio de Abogados de Santiago, Evaristo Nogueira, y con él esta Casa, porque estamos absolutamente convencidos de que un sistema judicial ágil es un sistema judicial más justo, que sirve mejor a la democracia y a la ciudadanía. Harán mal nuestros gobernantes si lo olvidan, si se cruzan de brazos.