Estévez: "El tiempo de criticar el Gaiás ya pasó. Hay que tirar hacia delante"

Después de casi una década de obras y con la apertura parcial del Gaiás a la vuelta de la esquina, ha llegado el momento de enterrar el hacha de guerra. Al menos es la hipótesis que defienden los arquitectos Xerardo Estévez y Carlos Seoane González. "El tiempo de criticar ya pasó. Hay que tirar hacia delante", sentencia el primero. "Cuando se inauguren el Arquivo y la Biblioteca (el próximo enero), dejará de ser un conjunto en construcción y empezará a ser un proyecto habitado, ocupado por la gente... La sociedad empezará entonces a percibir su sentido", añade Seoane. Invitados por el Clube Nacionalista Alén Nós, ambos fueron ayer los encargados de impartir una charla sobre la Cidade da Cultura (CdC) en el hotel Virxe da Cerca. De un modo u otro, el complejo se ha cruzado en algún momento en su camino. Alcalde de Santiago en los períodos comprendidos entre 1983-1986 y 1987-1998, a Xerardo Estévez le tocaría vivir los inicios del proyecto en una etapa aún muy embrionaria, cuando el gobierno Fraga empezaba a darle vueltas a la idea.

El papel de Carlos Seoane sería, sin embargo, más activo, ya que formaría parte del equipo que trabajó mano a mano con Peter E­insenman en la primera fase de las obras (hasta 2001). "Aquella etapa resultó muy ilusionante. Todas las energías eran positivas", recuerda. Energía que, a su juicio, debería perdurar después de casi diez años de largo, y a veces convulso, recorrido. "Mientras no se concluyan los seis edificios, será un conjunto incompleto. Y una obra de esta envergadura incompleta es un fracaso colectivo", advierte Seoane en declaraciones a este diario poco antes de su intervención en el acto organizado por Alén Nós. "Los compostelanos no nos vamos a quedar con un agujero en la cima del Gaiás... Habrá que acabar las obras", asevera Estévez. A este respecto, sugiere incluso recurrir a capital privado para sufragar la construcción de los volúmenes pendientes y, posteriormente, saldar la deuda en pagos aplazados.

El ex regidor local no duda tampoco en elogiar "el alto nivel de consenso político" que, a su juicio, rodea el complejo desde sus inicios. "Los trabajos pueden ralentizarse, pero no tienen vuelta atrás... Todos tenemos que volcarnos en que sea un éxito", apostilla.

El gran reto pasa, sin embargo, por encontrar el equilibrio entre la CdC y la oferta de una capital eminentemente cultural como Santiago. "El Gaiás no debe hacer sombra a los proyectos de la ciudad. Es decir, no puede competir con el Auditorio de Galicia, el CGAC o el Museo do Pobo Galego". Otro desafío de peso -continúa- es lograr que los gallegos "sientan el proyecto como suyo", buscando al mismo tiempo su repercusión internacional.

Comparte, no obstante, con Carlos Seoane la premisa de que la sociedad será capaz de establecer empatía con el conjunto. Los beneficios, argumentan al unísono, dependen de la gestión que se concrete para los próximos años. "Es una infraestructura con gran capacidad para generar recursos tanto por su escala como por el lugar que ocupa (en la capital gallega)", defiende el arquitecto que en su día colaboró con Peter E­isenman. "Si los recursos se gestionan adecuadamente, no cabe duda de que el monte Gaiás será rentable", augura.

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