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Manuel García: “La crisis nos obliga a mimar más al cliente”

Propietario del restaurante Don Quijote

Manuel García no puede evitar sonreir al recordar aquel 6 de enero de 1979 cuando abría por primera vez las puertas de su restaurante Don Quijote. "Eran buenos tiempos", dice, "había mucha alegría y nadie miraba los precios. Nosotros teníamos que madrugar mucho para ir a la plaza temprano y conseguir las mejores piezas. Hoy todo eso ha cambiado", aunque el conocido restaurador confiesa que "dentro de la crisis que hay, no podemos quejarnos".

Aventurero y emprendedor, recuerda con especial cariño los años vividos en Australia, a donde emigró tras haber trabajado en una empresa de electricidad en Francia. "En Sidney vivía muy bien", dice. "La gente era estupenda, solidaria y colaboradora, yo hice muy buenos amigos y se ganaba dinero facilmente. Era muy joven y nunca había salido de la aldea, así que puedo decir casi que crecí y maduré allí, porque fue una experiencia vital muy importante, e incluso fue allí donde formé mi propia familia".

En Australia trabajó como electricista y como taxista, pero también como camarero, en lo que fue su "primera toma de contacto con el mundo de la restauración", y precisamente de allí se trajo el nombre su restaurante, "que era el mismo", explica, "que donde yo había trabajado en Sidney".

Aunque mantiene intactos los buenos recuerdos de aquella etapa en Australia, a donde ya tiene planeado un viaje junto a su mujer para el próximo año, Manolo asegura no arrepentirse de haber regresado a su tierra natal.

"Lo decidimos en unas vacaciones en las que viajamos a Galicia para ver a la familia". Fue entonces cuando Manolo y su mujer decidieron comprar el local de Galeras en el que abrieron su restaurante, y que poco a poco fueron ampliando hasta conseguir metros suficientes para dar servicio a 420 personas. Buenos productos, elaboración tradicional y trato profesional hicieron de Don Quijote uno de los establecimientos más afamados de la ciudad.

La clave de su éxito es "seguir apostando por la calidad, tanto en los productos como en el trato al cliente. Nadie se puede ir insatisfecho de un buen restaurante. Al cliente hay que mimarlo".

Por eso, Manolo insiste en que "la crisis ha provocado que la gente sea más exigente, lo que nos obliga a los profesionales a esmerarnos todavía más, tanto en la cocina como en el servicio".

Con un público "absolutamente fidelizado", dice satisfecho, Manolo comenta que "los peores meses para nosotros son, de hecho, los del verano, ya que trabajamos fundamentalmente con el cliente que viene todo el año porque nos conoce o porque busca algo especial".

Asegura además que "el turista que viaja ahora a Santiago es de bajo poder adquisitivo y no frecuenta este tipo de restaurantes, sino los que ofrecen menús del día a precios económicos".

El emplazamiento, en la calle Galeras, tambén es otro factor "porque aquí hay que venir a propósito. Los que vienen por primera vez es porque alguien nos ha recomendado previamente".

Cuenta que la gastronomía está "más de moda que nunca, porque a la gente le gusta conocer cosas nuevas" y a su juicio, una buena prueba de ello es que "en la actualidad hay muchísimos críticos gastronómicos que viajan constantemente y están muy bien informados de lo que está pasando y de lo que se está haciendo en los fogones de todo el mundo".

Manolo confiesa, sin embargo, que su apuesta es "la cocina de toda la vida, la que nos ha hecho tener un nombre que debemos conservar". Por eso, en su carta diaria no falta el cochinillo o los platos de temporada, como la liebre con habas de Lourenzá o la perdiz con setas, pese a algunas novedades como "el bonito salteado al ajillo, que nos ha dado muy buen resultado desde que lo incorporamos a los menús".

Al hablar del nivel que tiene la restauración en la capital gallega, Manolo García asegura que "en Santiago hay muy buenos restaurantes y me atrevería a decir que desde que empezó la crisis, todavía se nota más, porque los profesionales del sector se han dado cuenta de que es necesaria la especialización y se busca la calidad. En estos tiempos, los que funcionan es por algo".

Amante de la buena mesa, dice riendo que "soy buen comedor" y confiesa que su plato preferido es "un buen cocido gallego" y que le encanta "conocer otros restaurantes". Por eso, cada quince días come fuera de casa. "Nadie sabe de más", afirma, "y es muy importante ver, aprender y darle más valor a los establecimientos".

aiglesias@elcorreogallego.es

22 sep 2011 / 22:35
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