Dulcinea, el amor de don Quijote, fue una dama de la casa de Lemos
El estudio de un monfortino, Antón Valcarce, defiende la tesis de que el personaje de Cervantes se inspiró en la madre de la hermosa Inés de Castro
"Dulcinea es un guiño de Cervantes al conde de Lemos", dice Antón Valcarce, un monfortino estudioso de la historia de la casa de Lemos. Valcarce, en un reciente trabajo realizado sobre Cervantes, defiende la tesis de que el famoso personaje de El Quijote, Dulcinea, la amada del protagonista de la inmortal novela, estaba inspirado en una dama de la familia de los condes de Lemos.
Esa gran dama de la nobleza no es otra que Aldonza Lorenzo de Valladares, mujer del segundo conde de Lemos, Pedro Fernámdez de Castro, El de la guerra, y madre de la bella Inés de Castro.
La tesis de Antón Valcarce, bajo el título de Dulcinea de Lemos, en esencia, apunta que la mayoría de los estudios destacan que en El Quijote conviven tres mujeres que, en realidad, son una. Una de ellas es Aldonza Lorenzo, a la que hace referencia Cervantes en su narración y que define como una dama de prestigio, de una casa noble y muy bella. Por otra parte, está la conocida Dulcinea del Toboso, que es por la que siente pasión don Quijote y, por último, estaría la anto Dulcinea, a la que se refiere el escudero Sancho Panza.
Antón Valcarce explica que todas la teorías avalan a que las tres son una misma, inspirada en una mujer real "que considero es Aldonza Lorenzo de Valladares, madre de la bella Inés de Castro", asegura.
El estudio de este monfortino llega a esta conclusión en función de la ya sabida y conocida relación de Cervantes con la casa de Lemos. En concreto, con el VII conde de Lemos, Pedro Fernández de Castro, que fue virrey de Nápoles, entre 1610-16.
Fernández de Castro, cuyo nombre coincide con su antepasado y esposo de Aldonza Lorenzo, fue mecenas de artistas y literatos del Siglo de Oro, entre ellos Miguel de Cervantes. Al séptimo conde de Lemos dedicó el manco de Lepanto la segunda parte de El Quijote y ya antes elogió al noble en Viaje al Parnaso.
Valcarce defiende que con la recuperación del nombre de una dama, precursora de la familia de los Castro, "lo que hace Cervantes es un guiño al conde", una muestra más de agradecimiento por la protección que tuvo del aristócrata de la casa de Lemos, amante de las artes y las letras , según comenta.
Además, según Valcarce, Cervantes define a la dama, ante el personaje Vivaldo, como vinculada a un linaje moderno que será de las familias ilustres en los siguientes siglos.
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Aldonza Lorenzo de Valladares, tercera esposa del segundo conde de Lemos, aunque no se conocen retratos suyos, debió ser una hermosa mujer, que legó sus genes a su hija Inés de Castro, a la que por su belleza apodaron Cuello de Garza y que fue protagonista de una trágica historia de amor con el rey Pedro I de Portugal. Asesinada por intrigas políticas, el monarca luso la hizo desenterrar y la coronó reina después de muerta.
Pedro Fernández de Castro, el de la Guerra, que batalló contra los musulmanes durante la reconquista, reposa en la catedral de Santiago. Cuenta la leyenda que lo sepultaron con las espuelas de oro que arrebató al rey de Marruecos, Abul Hassan, en la mítica batalla del Salado, allá por el siglo XIV.