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El economista e historiador Ángel Viñas sorprende con su nuevo libro, ‘Sobornos’

Con el propósito de desmontar mitos, aborda la historia de unos años cruciales para España en el contexto de la II Guerra Mundial

Ángel Viñas Martín (Madrid, 1941) es economista, historiador y diplomático. Con un currículum profesional y académico brillante, destacan especialmente sus estudios sobre la guerra civil y el franquismo, dos períodos cruciales en la historia de España, y su trabajo como asesor de los ministros de Asuntos Exteriores, Fernando Morán y Francisco ­Fernández Ordóñez. Jubilado y con residencia en Bruselas, escribe artículos en su blog, La historia no se escribe con mitos. Cuenta, además, con más de una decena de libros publicados; el más reciente, ­Sobornos.
Profesor Viñas, no hay duda de que es Vd. un referente de la historiografía española, ¿cuándo comenzó esa labor?
Cuando animado por mi director de tesis, el profesor Enrique Fuentes Quintana, desmentí el mito –que la propia izquierda mantenía– de que los alemanes habían ayudado al levantamiento del 18 de julio; demostré que aquello no era cierto, que los italianos sí habían tenido participación, pero los nazis, no. A partir de entonces me propuse seguir desmontando mitos.
¿A qué mitos se refiere?
A los que constituyeron la historia oficial durante 40 años, muchos de ellos perviven aún; por ejemplo, que fue el Caudillo quien impulsó la economía española, con su hábil prudencia y su Plan de Estabilización del 59; que la República estaba destinada a caer en manos de la Unión Soviética; o que el franquismo fue un régimen que liberó a España de sus fantasmas y mantuvo al país al ­margen de la Segunda Guerra Mundial.
Su investigación sobre la guerra civil española y el período posterior es muy amplia, ¿qué le ­inspira en Sobornos, su nuevo libro?
En 2013 los archivos británicos desclasificaron unos documentos; El Confidencial me pidió que les echara un vistazo e inmediatamente me di cuenta de su importancia. Eran una verdadera joya, documentos financieros relacionados con sobornos que el MI6 realizó a los generales más cercanos a Franco –Aranda, Queipo de Llano, Orgaz, Kindelán, Varela– para que España no apoyase a Hitler en la Segunda Guerra Mundial.
Vd. acababa de publicar La otra cara del Caudillo, en el cuarenta aniversario de su muerte…
Sí, y a partir de entonces me he dedicado a esta investigación. He logrado reconstruir, hasta donde se puede, esta operación de sobornos –yo diría que en un 85 %– porque hay papeles que se han perdido y otros que aún no han sido desclasificados.
¿Qué no ha podido ­reconstruir?
La lista completa de beneficiarios; hay algunos nombres claramente identificados, pero otros se desconocen, así como la cuantía de lo que recibieron. La operación costó a los británicos unos doce millones de libras, más de 300 millones de euros al cambio actual.
¿Por qué cree que los ingleses jugaron esa baza?
Creo que querían construir un escudo protector de sus intereses, y así evitar a toda costa que España se deslizase como Estado beligerante del lado del Eje.
Hablemos de la estrategia de la política británica hacia España en aquellos años, ¿qué tipo de medidas se manejaban?
Medidas políticas, diplomáticas, de economía de guerra y medidas clandestinas, que incluían desde el espionaje puro y duro hasta otras más sofisticadas. Tenían preparada una invasión a Canarias en el caso de que Franco hubiese entrado en la guerra junto a Hitler, y prefirieron graduar, sobre todo, las medidas de guerra económica para minimizar el riesgo de echar el régimen franquista en brazos de los alemanes; era preferible tranquilizar a Franco para mantener la estabilidad política en España y si para ello había que tolerarle, le toleraban.
En el libro, explica esas medidas clandestinas, con especial énfasis en los sobornos, ¿qué pretendían con ello los ingleses?
Al principio, ganar tiempo; después, en torno a 1943, cambian su objetivo y lo que intentan conseguir es, que en caso de invasión alemana, la cúpula del ejército franquista oponga resistencia. Hay constancia de que Nicolás Franco llega a un acuerdo con Asensio Cabanillas para que se oponga resistencia feroz a una posible entrada de España en la guerra, del lado del Eje.
¿Y cómo encaja Juan March en ese ­entramado?
El instigador formal de esta operación de sobornos fue Alan Hillgarth, agregado naval británico, pero, aunque no lo puedo demostrar creo que Juan March fue el de la idea. El historiador Manuel Ros Agudo ha demostrado que ambos se conocían.
A March se le reconoce como una de las ­principales figuras que financió la sublevación del año 1936...
Ayudó a Franco a ganar la guerra, aportando dinero, y tenía mucha entrada con generales monárquicos; la mayor parte de los que aceptaron sobornos lo eran. En cualquier caso, sea de quien fuera la idea, March fue el hombre de los ingleses, el pilar sin el cual la operación no se hubiera podido llevar a cabo; fue él quien se encargó de contactar con los militares.
¿Se sabe cómo se entregaba el dinero?
A través de testaferros y se depositaba en cuentas en el extranjero, pero hubo problemas con el bloqueo de cuentas bancarias establecido por los norteamericanos y March tuvo que adelantar dinero para pagar a los sobornados. Si el Gobierno estadounidense quisiera, podría identificar a todos ellos, ¡nunca sabremos las fortunas que pudieron acumularse!
Por último, me gustaría saber a qué tipo de lector va dirigido el libro...
En general, al gran público, pero hay muchas notas a pie de página para los que quieran profundizar. En muchas de ellas muestro mi discrepancia de lo que sostienen otros autores, algunos de los cuales mienten, distorsionan y manipulan, y sostienen argumentos sin aportar ningún documento que los pruebe; cuando veo esto, no puedo evitar rebelarme y denunciarlo.
mmachado@elcorreogallego.es

13 sep 2016 / 20:43
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